Por: Editor Ibagué - Publicado en abril 30, 2020
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Por: Ramiro Suárez Peña.
La verdadera pandemia
Nuestro Presidente Iván Duque Márquez, siempre bien asesorado en psicología conductual (aquí no se pelea con nadie), toma decisiones económicas protectoras y vitalicias para el sector Bancario y ofrece todos los días, beneficios con bolsillo ajeno para los de abajo ( subsidiados ), los de arriba ( su rosca ) y los del medio a chupar dedo, porque están sin lo uno y sin lo otro.
El mandatario de los Tolimenses Ricardo Orozco Valero, la percepción de su gobierno y equipo, es de madurez y acercamiento responsable con sus gobernados, lejos del sectarismo.
Nuestra primera autoridad local, Andrés Fabián Hurtado, en su carrera de postas para realizar una misma actividad en contra de la pandemia, se ha esmerado en su imagen con anuncios prometedores, sin ítacas que definan experiencia administrativa y cercano al querer ser de un Youtuber, Influencer o Instagramers.
Socializar, adaptarnos y resistir sin importar el orden es nuestro deber, si la consigna es quedarnos en casa, mientras tres (3) virus fuera de casa, hacen su tarea maniqueísta entre el bien y el mal:
1) El virus condenatorio
2) El virus de la justicia selectiva
3) El coronaviris
La izquierda condena a la derecha y viceversa y el manto de objetividad desaparece en medio de ataques entre Petristas y Uribistas, exculpados en lo propio de la moral sencilla, la doble y la triple moral para creersen santificados todos.
En ese orden virulento y a manera de ejemplo, el Senador Jorge Enrique Robledo, titula al Fiscal General de la Nación Francisco Roberto Barbosa Delgado, como un dirigente político por inferir investigación preliminar contra Claudia López Hernández, al salir y hacer compras con su pareja sin las medidas preventivas de carácter obligatorio.
El virulento Covid19, obliga sin querer queriendo al endeudamiento de la Nación con la banca nacional y la internacional para perfeccionar el hábito promesero y el estupro político. El punto es, quien nos proteje de la pandemia de la corrupción, su hipocresía y la ausencia de conciencia colectiva.
Ramiro Suárez Peña
Columnista cambioin.com
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