Por: Editor en Jefe - Publicado en marzo 30, 2021
En el Tolima parece haber desparecido la línea que separaba lo bueno de lo malo. Angustia escuchar como justifican los actos de corrupción que a diario se registra al interior de la administración pública, cometidos con dineros de todos los contribuyentes.
Columna de opinión de Editor en Jefe
Ya no preocupa descubrir casi que a diario casos aberrantes de corrupción en el Tolima; angustia es la pasividad de la gran mayoría de los ciudadanos que guardan silencio frente a esos hechos. Pero aterra más ver como salen defensores de oficio, justificando las actuaciones chuecas de los protagonistas de tan repudiables espectáculos.
Por eso la pregunta es: ¿ya los tolimenses no se sonrojan con la corrupción? Imposible creer que los habitantes de este departamento les de igual tener un congresista como José Elver Hernández Casas, o alias Choco, acusado por la fiscalía como el jefe de una organización delictiva dedicada a la corrupción del elector y compra de votos, se encuentran detenidos sus socios, el exalcalde del valle de San Juan, el alcalde que se eligió para el actual periodo y su padre excongresista condenado por auxiliar a los paramilitares. El congresista choco está libre porque su caso fue enviado a la corte suprema de justicia, que lo debe juzgar, gracias a sus tentáculos sigue estando en su curul, y ahora con la alianza que hizo con el Senador Samy Merheg, el caso continuará engavetado, antes había sido denunciado por pedir plata para conseguirle la libreta militar a jovencitos, proceso del cual nunca se supo que pasó.
Tampoco les pareció importante a los tolimenses, que una contratista denunciara al alcalde de Natagaima por pedirle plata para pagarle una cuenta que tiene en ese municipio, como prueba irrefutable presentó la grabación realizada al burgomaestre cuando le estaba requiriendo el dinero. La queja fue elevada a la Fiscalía General de la Nación y Procuraduría General de la Nación, entidades que no han hecho nada, frente a este delito.
Otro tema que pasó como si nada, fue la apertura de investigación contra la procuradura provincial de Honda, por parte de sus superiores, debido a una queja que señalaba que la representante del ministerio público en esa zona, habría dejado de investigar una acto de corrupción en la alcaldía de ese municipio del norte del Tolima.
Pero lo que verdaderamente merece un capítulo aparte, de ese letargo que se vive por parte de los ciudadanos frente al tema de la corrupción, es lo que está pasando en Ibagué, denuncias sobre licitaciones abiertamente arregladas, a tal punto que cambioin.com informó con varios días, o inclusive meses de anticipación los nombres de los ganadores, situación que sí los procesos fueran transparentes no debería suceder. O la enumeración de los siguientes hechos: Utilizar el estadio Manuel Murillo Toro para hacer fiestas personales. Haber dado mal ejemplo en cuarentena al salir de la ciudad en pleno toque de queda, para participar en reuniones prohibidas en Lérida. Los mercados prometidos en pandemia no llegaron a muchos humildes hogares Ibaguereños. Realizar varios empréstitos para dejar más endeudada la ciudad. Licitaciones cuestionadas. Querer callar a la prensa para que no divulgará lo del juicio que se le adelanta por el caso de los piques ilegales cuando era director del aeropuerto Perales de Ibagué, y querer trasladar el proceso para otra ciudad por no creer en la justicia.
Esos y otros casos rodean al alcalde de Ibagué Andrés Fabián Hurtado Barrera, quien deberá exculpar sus pecados en esta semana santa, porque en sus 14 meses han sido más los errores que los aciertos.
Ya nada nos sonroja
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